Algo debe de tener la capital del Piamonte italiano para que las demás ciudades del norte de Italia quieran hacerle sombra. ¿Acaso es envidia por haber sido capital de Italia? ¿O porque la Casa Real de Saboya la eligiera como lugar de residencia? Seguro que es por su tradición chocolatera...
Empezamos nuestro recorrido por Turín con este, durante mucho tiempo el edificio más alto de la ciudad. Actual sede del Museo Nacional del Cine –recordemos que Turín es la cuna del cine italiano–, es una de las cosas imperdibles que ver en Turín. Su nombre se lo debe el arquitecto Alessandro Antonelli, al igual que su imponente silueta coronada por una cúpula cuadrada con templete incluido. Su interior, 3200 metros cuadrados dedicados al séptimo arte, incluye un ascensor panorámico ante el que muchos hacen cola para regalarse la vista con una de las mejores panorámicas de la ciudad, Alpes incluidos.
Imprescindible: una buena idea para ahorrar es comprar el ticket conjunto que incluye la entrada al museo, el ascensor y un bus turístico.
Dicen que, hasta que abrió el nuevo museo de El Cairo, este era el segundo museo más grande dedicado a esta grandiosa civilización. Una de las cosas que ver en Turín más impactantes, recorrer sus cuatro plantas llenas de estatuas, sarcófagos, papiros y momias es un viaje al Antiguo Egipto. Más de 3000 piezas, entre las que destacan estatuas de Amenofis I, Ramsés II, Tutmosis II, el Sarcófago de Duaenra o el Templo de Ellesiya dan cuenta de la devoción de esta tierra por el mundo egipcio. Una devoción que tiene su origen en la Casa de Saboya y en una fantástica leyenda que asegura que Turín fue fundada por un príncipe egipcio.
Imprescindible: si vas a visitar este y otros atractivos, igual te interesa comprar directamente la «Piamonte Card».
Es la arteria principal de Turín. De arquitectura simétrica y elegante, es una calle peatonal flanqueada por bonitos soportales con columnas de mármol que dan cobijo a los escaparates de las exclusivas tiendas que ocupan la planta baja de sus edificios. Además, a cada uno de sus extremos tiene la Piazza San Carlo y la Castello, sede de algunos de los edificios más importantes de la ciudad, que enseguida veremos. Después de pasear por esta calle comercial, te invitamos a continuar las compras en las galerías San Federico y Subalpina, y seguir el paseo por las calles Garibaldi y Po.
Imprescindible: asómate a ver el río Po, el más largo de Italia, al terminar tu recorrido por la vía del mismo nombre.
Dos de las plazas que ver en Turín sí o sí, la de Castello y San Carlo reúnen entre las dos los edificios más reseñables de Turín: su catedral, el «Duomo», el Palacio Real, el de Madama, el Teatro Regio, la iglesia de San Lorenzo o las iglesias gemelas de Santa Cristina y la de San Carlo Borromeo, entre otros. En la Piazza San Carlo, llamada popularmente como «el salón de Turín», se encuentran además algunos de los cafés más históricos de la ciudad, como el Caffè San Carlo. No dejes de tomar un café en su interior o en su terraza, con vistas a la estatua ecuestre de Emmanuel Philibert que preside la plaza.
Imprescindible: entrar en la iglesia de San Lorenzo para admirar la cúpula octogonal de la nave central.
Antigua residencia real de los Saboya, el Palacio Real de Turín es un majestuoso edificio de sobria fachada ubicado en la Piazza Castello con un lujoso interior en el que encontrarás una valiosa armería y una lujosa decoración y mobiliario de la época. Dicen que las cocinas reales y la biblioteca se conservan asombrosamente bien. Por su parte, el Palacio de Madama, situado en la misma plaza, es una verdadera joya del barroco con dos fachadas bien distintas. Fue aquí donde residía la familia de los Saboya antes de mudarse al Palacio Real, así que el nivel de fastuosidad no tiene nada que envidiarle al vecino palacio residencial. Además de por su arquitectura –o sus frescos, dorados y estucos–, te animamos a que lo visites por su colección de arte y las exposiciones de fotografía que suelen albergar sus estancias. Finalmente, el tercer palacio más importante de Turín, el Carignano, se encuentra en la Piazza Carlo Alberto y alberga el Museo del Resurgimiento Italiano, de obligada visita si quieres conocer más en detalle la historia de Italia. Es otra obra maestra del barroco en la que destacan su fachada ondulada de ladrillo y su atrio con doble escalinata.
Imprescindible: ver el monumento conmemorativo de la Primera Guerra Mundial junto a las dos torres del Palazzo Madama.
La Catedral de San Juan Bautista o «Duomo di Torino» es el principal edificio religioso de Turín, y es famosa por albergar supuestamente la Sábana Santa con la que se cubrió Cristo tras su crucifixión. Concretamente, podrás ver el arcón donde se guarda en la Capilla de «della Sacra Sindone», aunque en el museo del mismo nombre se guarda una réplica de la misma a la que sí tendrás acceso. Más allá de la famosa reliquia –de autenticidad dudosa para algunos, hemos de decir–, la fachada del templo es de estilo renacentista en mármol blanco y merece la pena visitar su interior para descubrir la planta octogonal y las diversas capillas que esconde en su interior. La capilla en la que se encuentra el manto sagrado es, no obstante, de estilo barroco.
Imprescindible: con la entrada del Palacio Real tienes acceso a la capilla «della Sacra Sindone».
Así se le conoce al barrio más antiguo de Turín, en el que se fundara la ciudad romana de «Julia Augusta Taurinorum». En él encontramos dos de los tesoros de origen romano que ver en Turín: la «Porta Palatina» de acceso a la antigua ciudad romana que aún sigue en pie y el «Santuario della Consolata», una iglesia predominantemente barroca construida por Guarini en el siglo XVII sobre una antigua iglesia medieval. Conocida popularmente como «la Consla», es una de las iglesias marianas más longevas de Turín y cuenta con la campana más grande de toda la región del Piamonte.
Imprescindible: no dejes de visitar el Mercato di Porta Palazzo, ubicado junto a la «Porta Palatina».
Ubicado a orillas del río Po, es el lugar preferido por los lugareños para desconectar de la ciudad, hacer un picnic, pasear o descansar sobre su césped. Dentro del mismo parque encontramos edificios interesantes como otra de las residencias de la Casa Saboya, el castillo que da nombre al parque, la «Fontana di Dodici Mesi» o el «Arco del Valentino». Eso, sin olvidarnos del «Borgo Medievale», la recreación de una ciudadela medieval con su castillo, sus calles, casas, un puente levadizo, puestos de artesanía e incluso una capilla. Fue construido con motivo de la exposición universal de 1884, y después se decidió mantenerlo.
Imprescindible: echa un vistazo a las exposiciones temporales del «Borgo Medievale».
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