Las hay de aguas poco profundas y tranquilas, protegidas por la bahía, y también de las que se abren, valientes, a un mar Cantábrico bravío. Desde la playa de Los Peligros hasta la de la Virgen del Mar, el litoral santanderino nos regala arenales para todos los gustos y planes.
A pesar de su nombre, la playa de los Peligros, un arenal de aguas poco profundas y sin apenas oleaje tiene de todo, menos peligro, al menos para nosotros. Otra cosa son los barcos que en ella pueden encallar... Es la más cercana a la ciudad de las playas en Santander, ya que se encuentra dentro de su propia bahía, lo que la convierte en una opción cómoda y fácil para ir en familia. Se puede llegar a ella tanto en bus como caminando desde el centro de Santander –son apenas 20 min a pie–, y presume de una arena fina y limpia, de vigilancia en verano, y de unas condiciones óptimas para practicar deportes acuáticos.
Imprescindible: cuando la marea baja, se forma a veces otra playa delante del Museo Marítimo de Santander.
Llamada así porque supone la puerta de entrada a la península homónima, la playa de la Magdalena es en realidad una continuación de la de los Peligros, aunque suele contar con menos público que la anterior, sobre todo en la zona de la Horadada, uno de los dos islotes –al otro se le conoce como La Torre– que hay frente a ella. Su carta de presentación son sus 900 m de arena dorada bañada por un mar tranquilo y resguardado del viento. Disfruta de los mismos accesos y servicios que la de Los Peligros, además de unas bonitas vistas sobre la bahía, el islote de La Torre y la playa del Puntal.
Imprescindible: el aparcamiento aquí es limitado, así que mejor llegar en bus, caminando o en bici.
La siguiente playa que nos encontramos en dirección a la península de la Magdalena es la playa del Bikini –o de los Bikinis, en plural–, un arenal de casi 300 m que comparte orilla con la playa de la Magdalena, que al pasar del Club de Tenis cambia de nombre y recibe este tan singular que hace honor al lugar en el que se vio por primera vez a una mujer en bikini en Santander. Probablemente se trataría de una de las extranjeras que acudían a los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. A día de hoy, sigue siendo punto de encuentro de los más jóvenes, a los que se puede ver saltando desde el espigón.
Imprescindible: ver el atardecer desde la pequeña y solitaria cala junto al Embarcadero Real.
Cruzamos la Magdalena –no sin antes hacer una parada en su palacio– y nos situamos al otro lado de la península, dejando atrás las aguas mansas de la bahía de Santander para descubrir esta playa de arena fina y singulares promontorios rocosos de los cuales toma su nombre. En concreto del que se encuentra en el extremo derecho, con forma de camello, y que queda prácticamente al descubierto con la bajamar. La playa del Camello está además abierta al mar Cantábrico, y es una playa muy frecuentada por familias y aficionados a las palas. Antes de llegar a una de las mejores playas en Santander –la del Sardinero–, hay una pequeña playa conocida como playa de La Concha, llamada así por el bar del balneario que se encuentra a sus pies.
Imprescindible: coger sitio para ver el atardecer en la terraza del Bns.
Les toca el turno a las playas más famosas de Santander, dos arenales que en conjunto acumulan una extensión de casi dos kilómetros y que, cuando baja la marea, comparten orilla con la pequeña playa de La Concha. Sin duda la más famosa de las dos es la conocida popularmente como Primera del Sardinero, que va desde el restaurante Maremondo hasta los Jardines de Piquío y que no llega a los 500 m de longitud. El acceso es peatonal por unas escaleras desde Plaza de Italia o por un ascensor recientemente habilitado y es la playa de los famosos «Baños de Ola» a los que acudía antaño la nobleza. Más extensa que la anterior, la Segunda del Sardinero –también llamada de Castañeda– abarca algo más de un kilómetro, y cuenta también con todos los servicios, zona de juegos infantiles y una gran zona de aparcamiento.
Imprescindible: la Primera del Sardinero es una de las mejores playas de Santander para hacer surf.
Dejamos atrás el popular barrio de El Sardinero para adentrarnos en el Parque de Mataleñas, situado junto al faro de Cabo Mayor. La senda que lo atraviesa y bordea el Cabo Menor da acceso a dos de las mejores playas en Santander: la de los Molinucos y Mataleñas. La primera de ellas, ubicada junto al Cabo Menor, ofrece un pequeño arenal de apenas 25 m de longitud sin vigilancia pero con unas preciosas vistas sobre El Sardinero. El acceso es a través del sendero que parte detrás del célebre «Hotel Chiqui», y su arena fina y dorada y su sobrecogedor entorno de acantilados la convierten, junto con su vecina Mataleñas, en dos de los tesoros más preciados por los santanderinos. A pesar de su aislamiento y escasa superficie, la playa de Mataleñas es una de las más visitadas en temporada alta. Y eso que para acceder a ella hay que salvar una gran pendiente con ayuda de unas empinadas escaleras. A diferencia de la anterior, sí que cuenta con todos los servicios, incluido un camping.
Imprescindible: tener en cuenta que sobre todo en la de Mataleñas, da la sombra de tarde, al estar entre acantilados.
Ambas en la localidad de Monte, a varios kilómetros de la capital de Cantabria, las playas El Bocal y Rosamunda son dos de las grandes desconocidas de la costa santanderina, incluso para los lugareños. Frecuentada por quienes buscan un trozo de arena aislado en el que disfrutar de la tranquilidad, la playa de El Bocal cuenta con escasos 200 m de un arenal salpicado por grandes rocas y entre las que se cuela un oleaje moderado. Por algo, en ella se celebra cada verano un campeonato de surf bajo el nombre «La Vaca Gigante». Esta vez en el entorno rural de San Román, aislada y solitaria se encuentra la playa de Rosamunda, con un discreto arenal que a menudo desaparece cuando sube la marea.
Imprescindible: ten en cuenta que la playa de Rosamunda no cuenta con vigilancia ni servicios.
Además de encontrarse en un bello enclave rocoso de la localidad de Monte, a 9 km del centro de Santander, La Maruca es una playa ideal para disfrutar de un baño tranquilo y sin oleaje. Su proximidad a algunos de los restaurantes de pescado y marisco más ricos de Santander, así como su accesibilidad, su zona de aparcamiento y la oferta cultural que suponen la ría y la batería de San Pedro la convierten en una opción a considerar si buscas una playa alejada del bullicio de la ciudad, pero cerca de hoteles y restaurantes. Lo mismo ocurre con la playa Virgen del Mar, un coqueto arenal de 400 m de longitud situado a 5 km de La Maruca que recibe el nombre de la ermita que la preside. Destaca la belleza de su paisaje rocoso y la limpieza de su arena.
Imprescindible: el atardecer desde los acantilados que rodean la ermita es espectacular, en cualquier época del año.
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