Playas urbanas, dunas salvajes, arenales accesibles a pie o calas recónditas rodeadas de rocosos acantilados. En Gijón o «Xixón», en asturiano, se vive de cara a la mar. Recorre con nosotros un litoral rico en paisajes en el que descubriremos rincones insólitos y también playas de toda la vida. ¡Comenzamos!
Icono de la ciudad, la imagen de su paseo –el llamado «Muro de San Lorenzo»– con la bella iglesia de San Pedro al fondo es la más representativa de esta villa marinera. Y no es para menos. La estampa de su impoluto arenal de más de kilómetro y medio de longitud bañado por la inmensidad del mar Cantábrico es difícil de superar. En su otro extremo, la desembocadura del río Piles compite en belleza y abre paso al resto de arenales de la llamada por muchos la «niña bonita de Asturias». Es la playa de San Lorenzo, una de las playas en Gijón que no te puedes perder.
Imprescindible: descender a la playa por la famosa «Escalerona».
Así se llama uno de los arenales al este de la playa de San Lorenzo, situado justo en la esquina de esta última, allí donde termina el paseo marítimo. Una playa de arena oscura salpicada de rocas de unos 500 metros de longitud, la del Cervigón o El Rinconín es una de las playas en Gijón y alrededores en las que está permitido el acceso con mascotas, y la única que lo hace durante todo el año. De afluencia considerable y buen equipamiento, es perfecta para practicar pesca submarina, senderismo, surf, bodyboard o paddlesurf, aunque se recomienda extremar la precaución a la hora del baño.
Imprescindible: si te gusta el senderismo, aquí comienza el sendero El Rinconín-La Ñora, de unos 9 km de longitud.
Es la primera playa que encontramos al otro lado de la playa de San Lorenzo, en dirección oeste. Protegida del oleaje por el espigón del puerto deportivo, este extenso arenal de aguas tranquilas y poco profundas es ideal para ir con niños. Ocupa los antiguos astilleros de la ciudad y es la zona ideal para iniciarse en los deportes acuáticos. Sus aguas gozan de bandera verde durante todo el año, y cuenta con un parque infantil –además de todos los servicios y accesos propios de una playa urbana– con lo que el ambiente es bastante familiar, aunque también tienen cabida jóvenes y no tanto, que buscan un rato de diversión en el agua.
Imprescindible: suele llenarse bastante, así que recomendamos coger sitio temprano.
Situada a continuación de la playa de Poniente, la playa de L'Arbeyal es el arenal de los populares barrios de El Natahoyo y La Calzada. Considerada por muchos «la playa del pueblo», estuvo en desuso algunos años, hasta que se reabrió en 1995 tras un reequipamiento integral. Actualmente presume de una orilla de arena dorada de unos 400 metros de extensión en el que no faltan los campos de vóley, de fútbol o los parques infantiles. Sus aguas son tranquilas, de ahí que sean escenario de numerosos eventos deportivos. Se diferencia del resto de las playas urbanas de Gijón por las bonitas zonas verdes que la rodean.
Imprescindible: si te dejaste el libro en casa, aquí podrás coger uno de la «biblioplaya».
Puedes llegar a ella por el sendero que sale de la playa de El Rinconín, de unos diez kilómetros, o salvar los doce kilómetros que la separan de Gijón en coche. Una vez aquí, solo queda disfrutar de un paisaje natural marcado por la desembocadura del arroyo de La Ñora, que curiosamente separa Gijón de la vecina Villaviciosa, tumbarse al sol sobre la arena fina y dorada de su orilla de unos 200 metros de largo, y darse un baño unas aguas turquesas y poco movidas aptas para todas las edades. Disfruta del distintivo de Bandera Azul y el acceso es sencillo y urbanizado.
Imprescindible: si te animas, hay un mirador al que se accede por unas escaleras a la izquierda de la playa.
Ya te avisamos: en Gijón, playas hay para todos los gustos, y eso incluye arenales en los que está permitida la práctica del nudismo, como es el caso de la playa de Peñarrubia. Se encuentra a unos cuatro kilómetros del centro de la ciudad, y ofrece un arenal de unos 500 metros de longitud enmarcado por unos enormes acantilados. A pesar de encontrarse muy cerca de Gijón, su aspecto es salvaje y está poco acondicionada, con lo que es la opción idónea para quienes escapan del bullicio estival. Cuenta con acceso urbanizado y el baño está indicado en la parte derecha de la orilla, ya que el resto es de fondo rocoso.
Imprescindible: sus alrededores esconden interesantes senderos con impresionantes vistas.
También frecuentada por nudistas, la playa de Serín, a unos siete kilómetros de Gijón, es una espectacular playa de arenal escaso –unos 350 metros– pero grande en paisajes. Además de acceder a ella por carretera –desvío a la altura de la ermita de la Providencia–, puedes llegar a ella por el sendero que recorre el litoral desde el Cervigón. Se permite la pesca submarina y el buceo, aunque el baño está restringido debido al fondo mayormente rocoso. Podrás bañarte, pero con precaución. Algo no aconsejado en la cala colindante de La Cagonera, también de unos 400 metros de extensión, y prácticamente solo accesible en embarcación.
Imprescindible: aunque no tiene servicios ni bar, puedes hacer picnic en una de las mesas de madera junto al parking gratuito.
Cerramos esta lista de las playas en Gijón y alrededores con esta cala a cinco kilómetros de la ciudad, una playa semiurbana de arena oscura y unos 500 metros de arenal con una piscina natural labrada en la roca conocida como la «Poza del Cura». De fuerte oleaje, se recomienda el baño en su margen izquierdo, y siempre con precaución porque el fondo sigue siendo rocoso. Lo que sí está permitido, y además es el lugar ideal para hacerlo, es el esnórquel y el submarinismo en general, por la riqueza de sus fondos y sus aguas transparentes. Dispone de los servicios básicos y es fácilmente accesible en coche.
Imprescindible: su aparcamiento es gratuito y suele llenarse bastante rápido, así que acude temprano, al menos en temporada alta.
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