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La tradición de una urbe ultra-moderna

Una vez estamos instalados en el hotel es hora de iniciar nuestra ruta por las maravillas de la ciudad más importante de Indochina. Uno de los mayores exponentes del poder de Bangkok es el Palacio Real, un complejo arquitectónico formado por un grupo de edificios que sirvieron como sede real desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX.

Uno de los principales atractivos del Palacio Real de Bangkok es el templo de Wat Phra Kaew, en el que se encuentra el Buda de Esmeralda. Creado en el siglo XV a partir de una talla en jade, el Buda Esmeralda no es el más grande de Tailandia ni el más famoso, pero con sus 45 cm de altura puede presumir de ser el más valioso y venerado del país. Si queréis admirarlo, es necesario descalzarse antes de entrar al templo de Wat Pgra Kaew.

Como hemos comentado, la ciudad ha crecido durante los últimos siglos, convirtiéndose en una urbe moderna llena de rascacielos y edificios de estilo occidental. Con todo, algunas zonas han sabido mantener la esencia tradicional y la arquitectura típica, siendo su mejor exponente La Casa de Jim Thopson. Este hogar está formado por seis casas tradicionales procedentes de otras provincias; una forma muy práctica de conocer otras partes del país sin moverse de Bangkok.

Los templos más hermosos

La espiritualidad es una marca común en las ciudades de oriente que, a pesar de su crecimiento, han sabido mantener esta esencia. El mejor ejemplo de ello es Wat Po, un templo mejor conocido por albergar al gran Buda Reclinado de 46 metros de largo y 15 metros de altura. Otra opción para conocer el culto regional es visitar Wat Arun o Templo de la Aurora, uno de los templos budistas más turísticos de ‘la ciudad de los ángeles’.

En cambio, los lugareños prefieren dirigirse a Wat Sket o el Monte Dorado, un templo ubicado en pleno centro de Bangkok. En este templo podréis observar la ceremonia de rezo, en la que cada tailandés coge 3 barritas de incienso para mostrar respeto a Buda, a sus enseñanzas y a sus primeros discípulos; encienden una vela y ponen un pan de oro como ofrenda a buda. Sin duda, la mejor visita para acercarse a la religiosidad de la sociedad tailandesa.