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El archipiélago de Las Azores está formado por nueve islas situadas en el Océano Atlántico, a 1.400 kilómetros de Europa y a 3.900 de Norteamérica, y formando un conjunto verde de grandes atractivos naturales que lo hacen un importante destino turístico, además de encontrarse a solo dos horas de vuelo de la Península Ibérica.
El archipiélago se divide en tres grupos de islas:
Los orígenes de su colonización son confusos, pero parece que fue el navegante Diego de Silves quien desembarcó por primera vez en ellas en una fecha indefinida. Es seguro que en 1432 ya había colonos instalados en ellas.
Sao Miguel es la mayor y más poblada de todas las islas, y también la mejor dotada para acoger al turista.
En la Isla de Santa María, la primera que se descubrió, hay espléndidas fortalezas. Entre los monumentos, destacan la Iglesia Parroquial de la Vila do Porto y la Camara Municipal, que antes fue un convento del siglo XVI. Por otra parte, Isla de Santa María es la única isla que cuenta con terrenos de origen sedimentario, no volcánico y por ello se encuentran algunas buenas playas, como la de la Bahía da Praia, en el flanco sur.
La isla de Terceira fue el lugar donde anclaban los galeones cargados de oro y especias procedentes de América. Su principal población es Angra do Heroismo, un lugar que jamás se olvidará.
Angra do Heroismo. Capital de la Isla de Terceira, calificada como "Patrimonio Mundial" por la UNESCO, encontramos un modelo de ciudad renacentista, con calles simétricas bordeadas de casas señoriales e impresionantes iglesias, como la Iglesia del Colegio, de estilo barroco, convertida en Palacio dos Capitaes Generaias y en el puerto, la de la Misericordia.
Pese a contar con edificios valiosos, el atractivo del casco antiguo de la población de Angra está en sus calles, entre la Praça Velha y el puerto. En la Praça Velha se halla el edificio de los Paços do Concelho, siglo XIX, en el que se guarda la primera bandera azul y blanca de la monarquía constitucionalista. Destacan también la iglesia gótica de Sao Sebastiao, erigida por los primeros pobladores, las Casas Solariegas, las Iglesias y capillas de Sao Carlos, Fontinha, Sao Brás y Lajes, obras primas de la arquitectura popular de los "imperios" consagrados al Espíritu Santo.
Por último, sobre el istmo que une el Monte do Brasil a la ciudad y delimita la bahía de Angra se alzan los muros del Castelo de Sao Joao Baptista.
En la isla se puede visitar el gigantesco cráter volcánico de Caldeira de Guilherme Moniz, la mayor del archipiélago con 15 kilómetros de perímetro. En el borde occidental de la caldera se llega al Algar do Carvao, Reserva Natural Geológica, con paredes de lava y basalto.
También dentro del grupo central se encuentra Isla Graciosa, en cuya capital, Santa Cruz de Graciosa, destacan la Iglesia Parroquial, con exquisitos lienzos e importantes obras de pintura portuguesa, la Iglesia del Santo Cristo y la Cruz da Barra, de estilo manuelino. Sus calles de casas blancas recrean un ambiente que transporta a otros tiempos
Es obligada la visita a la Furna do Enxofre (Caverna de Azufre), el interior de un volcán extinguido (Pico Caldeira) y que cuenta con una misteriosa laguna subterránea, así como a los diferentes montes que constituyen encantadores miradores.
Visitar la isla de Pico es penetrar en un pequeño mundo construido durante siglos por balleneros, agricultores y pescadores. Como dicen los folletos de la oficina de turismo de Portugal, "pasar unas vacaciones llenas de contraste entre los acantilados desnudos de un antiguo volcán y los dulces higos y uvas, entre los fascinante panoramas y las aldeas recogidas y asomarse al mar".
Las poblaciones de Pico, diseminadas a lo largo de costa tiene un carácter muy especial, debido a que muchas casas están construidas con bloques de lava negra, color que contrasta fuertemente con los ricos, variados y vivos colores de las flores.
Lajes, Sao Roque y Madalena son tres pueblos donde el tiempo ha dejado testimonios de arte e historia, mientras que en Calheta de Nesquim, Sao Jao, Sao Mateo o Ribeirinha cuentan con iglesias que merecen una visita, calles pintorescas que desembocan en el mar y rincones donde las casas se confunden con las viñas.
Pico es, además, un paraíso para los amantes de la naturaleza. Desde aquí se pueden realizar travesías para observar ballenas, cachalotes y delfines, sin olvidar los distintos museos que dan a conocer la historia de los balleneros. Por otro lado, los amantes del trekking encontrarán el cono volcánico del Pico (2.351 metros), así como suaves laderas de montañas y espacios ideales para la observación de aves.
Antes de marcharse de Pico hay que llevar al menos un par de botellas del vino de la región, una miniatura de canoa ballenera y trabajos en hueso de ballena.
La Isla de Faial es toda ella una montaña volcánica, su corazón, el Cabeço Gordo, con un cráter impresionante y las laderas que caen al mar. Su capital Horta al igual que la isla han sido conocidas por ser el punto de enlace de los cables telegráficos submarinos que comunicaban los dos continentes. Se recomienda la subida a la Igreja de Nossa Senhora do Carmo y los paseos por sus calles de casas blancas y plazas de jardines multicolores. La isla cuenta con museos que exhiben trabajos en dientes de cachalote y en madera de meollo de higuera, así como con un viejo fuerte y bellas playas como las de Porto Pim y Almoxarife, entre otras.
Faial cuenta con una Marina (en Horta) muy animada a la que llegan embarcaciones de todas partes del mundo, siendo el punto de partida para los barcos de "big game fishing" que año tras año, capturan ejemplares únicos.
En la Isla de San Jorge, cuya capital es Velas se encuentran algunos edificios históricos interesantes como es la Igreja de Sao Jorge, famosa por sus pinturas del siglo XVII. Pero lo que hay que hacer en Sao Jorge son paseos por sus senderos, entre pastos y arboledas, como el que sube hasta las alturas de la Sierra del Topo, o el que baja hasta la Llanura Faja de Santo Cristo. Muchos de estos caminos todavía son transitados por los agricultores.
En estos paseos se pueden ir descubriendo las pequeñas poblaciones de la isla, que se alinean en la costa o en lo alto de acantilados. Antes de marcharse de Sao Jorge, debe haberse probado el delicioso queso que se produce en la zona.
Flores
Flores es una pequeña isla con una naturaleza primitiva y exuberante, Cuenta con picos y montes, impresionantes acantilados, cascadas y con siete preciosas lagunas. Hay mucho que caminar en Flores para descubrir sus encantos como son los cráteres volcánicos o los gigantescos prismas basálticos de Rocha dos Bordoes.
Flores cuenta con dos poblaciones, Santa Cruz y Lajes, que datan del siglo XV, así como con pequeñas aldeas como Fajazinha y Fazneda das Lajes, entre otras.
Corvo
La diminuta isla de Corvo es un gran paraíso. La pequeña población de Vila Nova de Corvo, con casas de ventanas ornamentadas con colores, cuenta con una modesta iglesia que guarda una imagen flamenca del siglo XVI. Le aconsejamos que suba a la cima del Monte Gordo, para admirar las lagunas recortadas por islotes en el fondo de Caldeirao.
Los habitantes de Corvo son gente muy hospitalaria y seguro que le invitarán a quedarse al menos por tres días.